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Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.- Romanos 4:18
A pesar de su avanzada edad y de la imposibilidad natural de concebir hijos, Abraham y Sara recibieron la promesa divina de tener un hijo. La realidad natural, la esperanza humana decía que era totalmente improbable que Sara quedara embarazada, pero Dios había dado una palabra en la que Abraham debía depositar su confianza.
Cuando Abraham decidió tener un hijo con Agar, gracias a la sugerencia de Sara, se desvió de la voluntad de Dios al poner su esperanza en las soluciones humanas, sin embargo, cuando él entendió que debía sujetar su voluntad y su esperanza a Dios, obtuvo el hijo prometido.
Esta historia nos enseña que, aunque la esperanza humana diga que algo es imposible, debemos atar nuestra esperanza a la Palabra de Dios y poner toda nuestra pasión en creer que Dios dará lo que prometió; la esperanza natural está en contra de la esperanza divina. Debemos tomar el ejemplo de Abraham y creer en esperanza contra esperanza.